Por lo menos los que hemos estudiado en la escuela de arquitectura tenemos a fuego grabada la frase. . . “No existe papel en blanco” ¡innumerables las veces que la habré oído! ¡Y más innumerable aún, las veces que me encontraba el papel en blanco!
Pero da mucho que pensar, y por supuesto no está en blanco! . . . tanto a la hora de abordar un proyecto como a la hora de afrontar una clase, te encuentras ante un cliente que no conoces a priori, al que debes tantear por todos los lados posibles, hasta que eres capaz de reconstruir un perfil, más o menos real de lo que supuestamente es, quiere, necesita, … pero realmente imprevisible. Si te deshaces de lo que tú eres, lo que intuyes que necesita desde ti (con lo que sabes), no tendrá mucho sentido, porque se supone que tu eres el profesional, pero, ¿profesional de qué? Y sigo con la dualidad del tema, ¿profesional en cálculo de estructuras, en detalles constructivos,…?, o ¿profesional en trasmitir contenidos, en hacer perfectas presentaciones usando la pantalla digital? Se me ocurre que debería ser profesional en empatizar, ser capaz de conectar y desde aquí proyectar.
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